lunes, 7 de octubre de 2013

Literatura infantil y formación de un nuevo maestro


Isabel Tejerina Lobo


Este artículo de Isabel Tejerina parte de que la literatura es importante porque cubre todas nuestras necesidades de búsqueda de información, belleza o estética tanto en adultos como jóvenes. Debido a su importancia debe de estar presente en los currículums y diferentes planes de estudio y el profesorado debe de estar suficientemente preparado y formado como para cubrir dicha necesidad vital del ser humano.

En primer lugar, se plantea la pregunta de si la literatura infantil existe como tal o no. Algunos argumentos, concretamente los más antiguos afirman cosas como que la literatura infantil es una mera adaptación de obras adultas o que ese no sería un criterio para definir un tipo de literatura. Sin embargo, posturas más actuales como la de López Tamés se decantan por la existencia de una literatura que tiene como receptores el público infantil y  que al igual que el resto de público merece saciar sus necesidades o intereses lectores.

En segundo lugar se trata de fijar una definición para el término literatura infantil partiendo como aclaración de que no únicamente todo aquello que está escrito es literatura infantil, sino que también lo es aquello que es oral, dramatizado, cantado o danzado (nanas, cuentos, leyendas, etc.) e incluso este término englobaría las propias producciones realizadas por los niños (cuentos, teatro, poesía…). A partir de aquí se dan tres definiciones parecidas, dos de ellas son las de Bortolussi y Tamés que consideran que se trata de un tipo de literatura cuyo lector ideal es el infante y la tercera de Cervera, a mi parecer la más completa y global de todas, que la define como «todas las manifestaciones o actividades que tienen como base la palabra como finalidad artística o lúdica que interesen al niño» (1984, 15).

En cuanto a los géneros, según Medina, que estarían dentro de la literatura infantil serían principalmente los clásicos, es decir, el lírico manifestado en la rima, canciones de cuna o juegos, el épico representado en la novela o cuento maravilloso y por último, el dramático reflejado en el teatro. En una categoría aparte se encontrarían el cine y el tebeo catalogados como «géneros fronterizos».

A continuación, Isabel hace una distinción entre los dos tipos de corpus literarios infantiles: la literatura «ganada» que es aquella que en un principio no tenía como destinatarios a los niños y con el tiempo se ha ido adaptando a este tipo de público o bien ha tenido mayor éxito en ese sector (hablamos de novelas de aventuras, obras realistas, adivinanzas, nanas, etc.) y la literatura destinada particularmente a infantes, es el caso de clásicos de la literatura infantil universal (Peter Pan, El patito feo…) y las obras de algunos autores actuales basadas en relatos realistas.

En conclusión, es importante tener en cuenta a la hora de escribir que el infante es un ser autónomo y con necesidades propias y que implica tener en cuenta aspectos psicológicos y literarios que ayuden a desarrollar su imaginación y amplíen su experiencia  personal. Por tanto, la literatura infantil ayuda en el desarrollo evolutivo hacia la madurez del niño y es por ello por lo que escuela y literatura infantil son términos inmiscibles.

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